¡El Corazón de Jesús Vela por T o d o ! |
¡ B r e i k o !
Lejana Navidad de 1980; Albacete seguía siendo como dijo Azorín “¡El Nueva York de La Mancha!”. Mi hermano y yo, diez y once años, nos lo pasábamos “pipa” con nuestra bici “Orbea” –¡”la que nunca se estropea”! – en el Parque de Los Mártires. Llegábamos desde casa de mis abuelos (era donde guardábamos la bici en las antiguas gorrineras del patio, en nuestro piso no cabía) uno pedaleando y otro sentado en el trasportín trasero y allí, nos turnábamos para que la pudiéramos disfrutar.
Hasta que, de regalos navideños, nos obsequiaron mis padres un par de “Walkie–Talkies”. ¡Nos pusimos hasta indicativos inventados! Mi hermano era “Erik” y yo “Juanuvas”.
Uno iba a pie sin que el otro lo viera y dando instrucciones misteriosas por la calle María Marín y el otro pedaleando, agarrando el manillar con una mano, y con la suelta en el “Walkie” recibiendo las órdenes.
Una de las veces, pedaleando yo, escuché:
–¡Breiko, breiko; ayuda! Tengo nueve años y no sé dónde estoy. No hay nadie más. Es un lugar redondo y entra un poquito de sol. Escucho niños jugando. No puedo hablar muy fuerte, ni moverme, tengo flojera y aunque estoy atado, una de mis manos la he soltado y ellos no se dieron cuenta de que siempre voy con mi “Walkie”. Me llamo Toño.
–¡¡Te recibo Toño!! Estoy con mi “Orbea” por la calle Arquitecto Vandelvira así que no debes estar lejos, porque si el tuyo es como el mío, no hay mucho alcance. ¡” Erik” para “Juanuvas” !, ¿me copias?
–¡Os he oído todo, “Juanuvas”!
–¡Adelante! –dije yo nerviosísimo llegando al Parque de Los Mártires–
–Mi “Walkie” suena con ruido. Decía papá que eso pasa cuando estás muy cerca de otro niño que juega también a “espía” pero en diferente onda de esas. Estoy en el palacete de la música del parque. ¡Ven!
¡Esa vez pedaleé como si fuera en la motocicleta de Ángel Nieto! Di de bruces con el palacete y vi a mi hermanillo de hurtadillas junto a las ventanas cegadas del sótano.
–“Juanuvas”, por chiripa oigo que el ruido sale de abajo.
Fuimos por la portezuela y vimos que estaba forzada.
–¡Breiko! ¡Toño! ¿nos recibes? –dije sin pensar porque…
–¡Estoy aquí y escucho vuestras voces de verdad!
Como mi hermano y yo habíamos practicado judo en el polideportivo municipal, embestimos contra la puerta y dentro vimos a un niñito pelirrojo sucio y maniatado, a quien rápidamente y con mucho miedo lo liberamos. Casi al instante, mi hermanillo dijo:
–¡“Guindillas” hemos encontrado a Toño herido en el sótano del palacete de la música! – y “Erik” dejó de apretar el “Walkie”.
Cuando le estaba echando la bulla por no decir “Policía Municipal” (¡mucho tiempo mis padres diciendo “Guindillas” en casa!), de repente, una voz de hombre riéndose se escuchó por la transmisión diciendo:
“Policía Municipal de Albacete
Estaréis salvados en un periquete,
¿Me recibes zagalete…
” ¡Breiko, Breiko!”
¡Y las sirenas policiales por toooda Albacete, fueron el mejor sonsonete!