viernes, 29 de septiembre de 2023

🌕Brinco a Selene🌕

 

¡Siempre en Raids Singulares!



                                                            🌕


Abismado por la blanca belleza

y mil vértigos de mi bicicleta

salto al vacío tras la letal meta

la Luna Llena me otorga entereza.

 

 

Pedaleo en el éter con destreza

sin gravedad mi locura es completa

la cornisa montañosa me reta

mas no hay prisa en lograr tal sáxea pieza.

 

 

Giran noche y ruedas, me desternillo

de risa: el nácar lunar también gira

sólo anhelo el sustento de su brillo.

 

 

¡Voy en mi velocípedo que vira

en argénteas cumbres cual molinillo

porque mi vida el plenilunio admira!





*Tal ha sido la demoledora inspiración del plenilunio otoñal, que en esta ocasión...¡ D i b u

                         S o n e t o      . . . .y . . . 

                                        M i c r o r r e l a t o .*

[¡Por supuesto, verso y prosa en torno a la exégesis del "Dibu"!*



                                                     🌕  🌕


¡Menuda papeleta! No se está mal, es toda una densidad argéntea que por ensalmo yergue y vivifica. ¡Tanto tiempo en mis lances sin frutos!

Y va y se me ocurre esta noche de Plenilunio de La Luna Llena del Septembrillo fugarme con mi amada bicicleta de montaña. Me he aproximado a La Colmillera del Lobo.

Practiqué mi vieja costumbre de azuzar biela con los ojos cerrados, pero era la primera vez por la virtud de noche selénica, y la visión periférica ligeramente entornada por aquello de la duda, vi que enfilaba el profundo rizo ascendente del precipicio hacia …La Nada…y en principio, la fuerza intrínseca, debería alcanzar la otra pieza sáxea.

Mas, en mitad del trayecto fatuo, abrí los ojos y me intoxiqué por el resplandor de La Luna Llena a la par que sentía mis inexistentes ganas de conquistar el otro lado. ¡El plenilunio más hermoso que he presenciado en todo lo que va de año! Y se hizo el éxtasis: Quedé flotando mientras la luna enseñoreaba todo, y estaba libre de cualquier caída letal, en tanto pedaleaba en el vacío.

Y aquí sigo, feliz, pedaleando…(sin manos como cuando era niño)

…y, claro, escribiendo.





miércoles, 13 de septiembre de 2023

¡Alto! ¿Quién Vive?

 





                ¡Alto! ¿Quién Vive?

 

 

Llegó tarde por el tiempo tormentoso el soldado a su garita (a pesar de haber regresado puntual de su francachela del pueblo) Y le arrestaron confinando su rondín nocturno en la torreta derruida del molino de aceite, donde hacía años que no se prestaba servicio en aquel cuadrante. Al otro lado, el perímetro del cuartel no permanecía marcado, realmente no era necesario por los precipicios inaccesibles, y el eco del río asilvestrado de las profundidades ascendía en vapores acuosos. El centinela se quedó adormecido a su pesar dentro de la ruina(demasiado peligroso pero así lo mandaban las ordenanzas), pero muy pendiente por si el furriel acudía de madrugada para cumplimentar la papeleta de servicio, otra falta reglamentaria y lo mandarían un mes a la prevención.

Barruntaba su mala suerte cuando de la misma linde del despeñadero, surgió de entre unas zarzas un viejo andrajoso. Enojado como permanecía por ser el vigía en los barrancos inmundos, estuvo por descerrajar el arma larga y solicitar el santo y seña para darle un susto de muy señor mío, pero al final el sentido común es la mejor arma -aunque no sea muy apreciado en la milicia-y compadeciéndose del anciano le dijo :

-¡Señor! ¡¡Márchese por donde haya venido - (y en ese momento se dio cuenta de que era imposible que hubiera ascendido por los flancos montañosos cortados a escoplo) -¡Váyase antes de que llegue el rondín de relevo bajo el mando del cabo, porque ellos se lo llevarán detenido, y pasará la noche en la mazmorra del polvorín!

El viejo le dijo con suavidad:

-Antes dame algo de tu ración que tengo hambre.

 

El soldado había perdido el apetito por los problemas causados por la demora en incorporarse al servicio de armas y le regaló su hogaza y la cecina.

 

Aquel viejo, comió delante de él famélico y a gran velocidad. Después, tras regüeldar victorioso, le espetó:

 

-Y ahora un trago de aguardiente y me iré

 

El soldado no se cuestionó cómo sabía que aunque estaba prohibido en las guardias, él tenía su petaca de peñascaró. Decidió ofrecerle un trago y que por fin desapareciera.

 

Claro que el enclenque vejete, lo que hizo fue empinarse en un visto y no visto todo el licor.

 

El militar quedó en suspenso y fue cuando el hombrecillo le  entregó una pequeña bolsa de cuero  que portaba desapercibida.

 

-¡Toma, mozalbete, las tres canicas de cuando yo era un rapaz! Ya no las necesitaré. En cambio tú, cada vez que precises amor, pecunia o defensa, coges una al azar y la arrojas con fuerza delante de ti. Piénsalo bien porque no la podrás recuperar. Y razona, porque son tres oportunidades que cuando las hayas disfrutado, no regresarán jamás.

 

El centinela obnubilado fue a darle las gracias, pero del hombre sólo quedó un rastro de zarzales moviéndose en dirección a los cortados hacia el río, lo cual, se dijo el soldado, seguía siendo complicado.

 

Justo en ese instante, llegó el rondín de inspección a cuya cabeza iba el furriel.

 

-¡Santo  y Seña, Pietierno!-clamó despectivo el suboficial, a quien los otros dos soldados del rondín le reían la gracia, parecía que los tres iban achispados, marcando el paso espectacularmente con indecorosos pisotones.

 

-¡Trapisonda no en mi ronda!-respondió solicito el centinela del molino de aceite

 

El furriel quedó enojado por no haber podido sorprender en falta a su subordinado,y que la contraseña ofrecida fuera correcta en consonancia con los dictados del criptógrafo para la jornada; así que le ordenó que descendiera al río a traerle un poco de agua en las manos.

 

El muchacho estaba harto, pero aún así, con miedo y muchísima precaución, se dirigió más allá de las oscuras zarzas y se detuvo en la zona límite, pues el abismo le aguardaba, y acaso La Muerte. Mientras pensaba qué haría, escuchó un zumbido y contempló un resplandor. Era inequívoco: Un obús hostil había reventado la garita derruida, el vetusto molino y ocasionó la muerte a los tres militares que aún permanecían de chanza en ese perímetro.

 

Se apresuró para prestar ayuda pero ya era tarde. Solicitó ayuda por su radioteléfono y al poco llegó un  jeep ambulancia y dos vehículos blindados uro con una escuadra militar. Dio el parte de novedades y cuando comprobaron los oficiales que el furriel estaba precisamente donde no debía junto a sus fieles binomios desvergonzados -en ese momento tenían asignado rondín de control en el patio de armas-dieron la enhorabuena al muchacho, aunque no comprendieron cómo estando en la zona donde más peligro había se había salvado. Él sí, pero nunca dijo el abuso de mando del furriel, porque pensó que ya habían encontrado su castigo. Además sus jefes le levantaron en ese instante el arresto, lo relevaron con otro pelotón y lo enviaron a la ciudadela. De vuelta en la caravana militar, tuvo curiosidad , quizás por instinto y miró disimuladamente en la bolsa de piel: Faltaba una canica.

 

Estaba poco después en su pabellón preparándose para disfrutar de permiso extraordinario por haber sobrevivido al percance ,concedido por el capitán de su compañía, cuando se percató de que en realidad no deseaba marcharse. Lo que hizo fue descender al patio de armas donde se hallaba el antiguo pozo templario. Y supo que si había sobrevivido era por algo, un destino mejor le aguardaba. Cogió por primera ver una canica de su bolsita y sin estar muy seguro la arrojó por el brocal. Al poco, la noche se iluminó con un resplandor turquesa de las profundidades del pozo, y de la misma forma volvió a mitigarse hasta quedar el panorama discreto, desapercibido también por estar todos en el enclave de explosión del obús. Entonces descolgó el cubo hasta el agua. Aguardó un poquitín y advirtió un suave tirón y utilizó la polea. Mezclados con el agua encontró siete diamantes del tamaño de un garbanzo.

Echó a reír poniendo su mano como sordina.¡Así que era verdad! Pensó en el viejecillo famélico y en la sinceridad de su agradecimiento. Y se fue corriendo a dormir a la camareta.

 

Al día siguiente se levantó fresco como hinojo. La noticia ya había corrido por el ancestral acuartelamiento: El obús era una pieza de artillería que llevaba enterrada en las inmediaciones del molino de aceite desde hacía medio siglo. El furriel y los otros dos guripas, habían pisado en el deambular entretenido por sus burlas, un terreno reblandecido por las últimas lluvias que había desenterrado  el receptáculo del terreno del armatoste explosivo. Al parecer, se activó por arte de birlibirloque debido a la barahúnda de patadones que aquellos propiciaron delante justo de la torreta. El centinela se había salvado por cumplir las prescripciones reglamentarias del código de Guardias y permanecer como toca: En la garita o torreta, aunque incómoda y peligrosa también. Pero lo que más desconcertado tenía a todos era una extraña bola de nácar, como las antiguas de jugar al gua, que habían encontrado en el socavón que produjo la bomba.

 

El centinela recostado aún en su jergón, mientras el corneta en el patio de armas tocaba diana, se alegró de haber acertado: Hizo bien en utilizar la segunda canica en  el pozo-aunque fue un acto de Fe- y verla transmutada por piedras preciosas. La primera le había indicado el camino de su nueva vida, nunca mejor dicho, a salvo de cualquier mala intención humana o de otro orden fenoménico(pero sólo se había enterado de la relación causa efecto esa mañana)

 

Y ahora se reía a carcajadas.

Porque siempre le había gustado la hija del coronel del polvorín, quien era de su misma edad.

Y le quedaba la tercera.

¡La mejor canica!


miércoles, 6 de septiembre de 2023

M i s t e r i o s a . . . . . . .

 




Misteriosa Acechanza

Guiña el sol sus óxidos septembrinos;

tan solitaria es larga carretera

que paro el coche y mi tarde viajera

y pido un café en un bar repentino.

 

Entre vacíos y mesas confino

mi ánima al rumor de las moreras

cuando un anciano se sienta a mi vera

no le he visto llegar su aire adivino.

 

Convido al errabundo y él desea

para mí, agradecido mil bonanzas.

Dice humilde: —“¡Por tu té, mi presea! “

 

Y fue entonces, se esfumó en lontananza

hacia un lubricán sin predios ni aldeas;

yo, bendecido, porfié en mi andanza.


Abril Asilvestradamente Lunar

  Mi Asueto de Plenilunio Abrileño H o m e n a j e A L a L u n a L l e n a  de l M e s D e A b r i l