Cuando Viriato Cras–a la sazón mi exorcista y director espiritual–me encomendó integrar la escuadra singular (¡mis votos me impiden detallar qué carismas nutrían tal singularidad!) para la búsqueda de vesivilos en las ruinas de los sanatorios antiescrofulosos abandonados, poco podía imaginar cómo marcaría mi restante existencia la apertura mental a la que vi sometido todo cuanto creo. En verdad, aunque recorrí confidencialmente España, me especialicé en la vertiente mediterránea, los míticos hospitales fantasmales de Albacete, Torremanzanas (Sierra de Alicante –y el único ya batido por otros escritores antes que yo–), Aigües de Bussot (próximo a Campello) y naturalmente El Rey del Caos, El Sanatorio de Sierra Espuña, de Totana, Reino de Murcia.
La primera vez, que advertí la presencia del Ectoplasmumbrófilo, fue en La Mancha, en Albacete. A su hospital lo rodeaban extensos sembrados que ¡Válgame Dios!, extendidos hacia puntos del horizonte de No Retorno, producía paradójicamente sensación de clausura benzoica ABSOLUTA. Aquella noche, acostumbrado como estoy a las bellezas naturales abstractas, permanecía poco menos que autohipnotizado con mi pasión de observar la tierra rojiza a la luz del cuarto de luna creciente desde uno de los balcones del segundo piso, en cuya habitación, mis silfidiscopios Villalónicos advirtieron por psicofonía sibilaciones postreras de un Ente indeterminado. Esa noche no estaban dentro del ruinoso hospital ni los habituales pordioseros embriagados de peñascaró de retortas privadas, algo les había alejado, a ellos y a otros tipos lumpen que viven en sus sótanos y criptas forenses.
Advertí una luz más granate aún que, no me pregunten ustedes por qué, supe que acudía desde las alturas de la legendaria Chinchilla de Montearagón (a poquitos kilómetros escasos de Albacete). Y ante mí, se encarnó. Era sombra envuelta en un chaúl negro y coronada por una calavera de picón (que a ciencia cierta no parecía cráneo). Pero supe su indisoluble nexo con la tuberculosis, porque en mitad de su raro pecho, fluía una cruz de Lorena –alias “La Tiñosa”–, símbolo del Patronato Nacional Antituberculoso de 1950. Me miró, y en una vocalización magnética, sólo dijo:
–Tu hogar, estará en lugares similares a éste. Tras tu último estertor.
Desde la última uña de mi dedo gordo de los pies, hasta mi cabeza a lo Telly Savalas, todo Mi Ser se erizó, pero superando el miedo cerval, extraje una podrida hoja de cálculo de mi zurrón de explorador, y dos lápices de colores, y lo esbocé como pude, justo cuando desaparecía hacia las plantas superiores. (en contra de lo que parece, no suelen albergarse en las referidas criptas forenses)
Desde entonces, luzco con orgullo cada 24 de marzo, la viñeta homenajeando El Día Internacional de La Tuberculosis, Aliada y Hostil a la par. (mañana Lunes)
Y ni siquiera tuve que recurrir a Viriato Cras, para que Yo, Losilla Gianni, relativizara la amenaza relativa a que Mi Lar me aguarda en las condiciones anatemizadas.
Porque siempre supe que El Purgatorio posee mucho de Dispensario Antiescrofuloso Maldito.
Sierra Espuña, Sus Umbrías…Su
Internado, Invierno de 1975
El bosque impide ver más allá
de cualquier curva de la carretera, estropeada y disuasoria. Ni el plenilunio
ayuda. No hay nadie antes de llegar al internado, salvo los de siempre,
jabalíes intimidatorios de muy raro aspecto en silvestre fila cruzando por
donde menos se pudiera esperar. Saben que es su territorio, sobran los curiosos,
y por eso miran amenazantes las luces del Citroën 8. Conduce Noé, comandante de
Aviación; aunque está destinado en San Javier, es el estratega de la
intendencia militar de los observatorios secretos que El Ejército del Aire posee
diseminados en el profundo luco de Sierra Espuña, camuflados por vegetación y
peñas; gracias a esa cartografía conoció la existencia del desconocido
internado. Su esposa, Eloísa porfía en llegar, porque les han vuelto a
telefonear por Elos, su ahijado (de quien se hicieron cargo por ser sus
padrinos bautismales cuando murió el padre viudo, Celso, hermano de Noé). El
zagal que cuenta con diez años sigue mostrándose travieso y cada dos por tres,
se escapa de la institución a perseguir jabatos.
Aún se cierra más la noche
cuando estacionan el coche al pie de la escalinata delante de la estatua del
Sagrado Corazón de Jesús, junto a la entrada principal del magnífico y vetusto
edificio rodeado de jardines. Parece con su disposición arquitectónica de
pabellones acristalados a diestro y siniestro, un hecatónquiro con los brazos
extendidos por esa parte del solitario bosque serrano.
El sacerdote Lorenzo, un
hombrecito valetudinario y algo chepudo, director del internado, les recibe
ecuménico y sin atisbo de preocupación en sus ademanes, pero les cuenta que el
chiquillo, aunque sigue sacando muy buenas notas, tiene comportamiento díscolo procurando
aventurarse en los bosques. Lo raro es que se orienta muy bien y regresa por su
cuenta al toque de silencio, es un nene que no le tiene miedo a nada, y encima,
los demás compañeros le respetan y aprecian.
—¿Saben ustedes? El otro día un
alumno repetidor de las crujías de la tercera planta, anduvo con cuentos sobre
el vesivilo de la monjita de la orden de La Caridad que se aparece cuando menos
te lo esperas con su hábito y su griñón. Todos pasaron mala noche, excepto él,
que a su vez asustó de veras al provocador y sus secuaces diciéndoles que es
normal porque esto era el antiguo sanatorio antituberculoso de Sierra Espuña, y
ese dato era privado. Al dejar de ser rentable a principios de los años
sesenta, se reconvirtió en internado para la enseñanza.
—Ahora me entero—dijo Noé.
—Pues su chiquillo llevaba
media semana antes dibujando la puerta del edificio (donde todavía se aprecian
las letras “PNA”—de Patronato Nacional Antituberculoso— y La Cruz de Lorena de
cuando era un antiescrofulosos) y en ella un avestruz ataviado cual pierrot
envuelto en un estertor entre esputos sanguinolentos. Dice que por eso lo
sabía.
—Mi hermano era muy extraño,
tuvo que hacerse cargo del niño sin influencia de la esposa y le transmitió sus
gustos sobre cierta forma de pensar, pero esto me preocupa porque yo por mi
destino castrense no puedo influir delicadamente en él, estoy siempre de
servicio.
—Ahí es donde deseaba
llegar—sugirió el sacerdote—porque tenemos un clérigo retirado, que habiendo
observado el caso de Elos, me dijo que posee cualidades preternaturales. Este
hombre, Agustín, es un antiguo exorcista, que se ha especializado en casos interesantes,
y en contraste con los usos eclesiásticos tradicionales, se dedica a fomentar
el control de esas habilidades para el crecimiento interior. Voy a consentir
que adiestre a su ahijado, si les parece bien.
Eloísa entre sollozos dijo: —
¡Pero él no es un demoniete! —
Lorenzo, beatífico, le informó:
— ¡El chaval es bien majo! Además, existe otro dato que ustedes ignoran. Noé,
usted con su difunto hermano se relacionó apenas, ¿verdad? Porque él tampoco
era el padre de Elos. Viene de la inclusa.
Noé estaba patidifuso.
—¿Cómo ha llegado a esa
conclusión?
—Por un archivo de la guardia
civil de Totana, donde registramos todos nuestros ingresos, y una casualidad
hizo que surgiera un documento desclasificado donde refleja la adopción de
Celso, pero no sabemos cómo consiguió que no apareciera el apellido “expósito”.
Un número de la benemérita destinado en el cuartelillo es mi primo, pero por
favor, que no salga el dato de aquí—me viene muy bien su asistencia
confidencial para casos de alumnos especiales y familias complicadas, aunque
ese no es el caso de ustedes— Así que es normal, en algo tan ominoso, que el
chiquillo tenga una sórdida vida iluminativa propia.
Noé y Eloísa aceptaron de buen
grado la dirección espiritual del presbítero Agustín a la par que su
adiestramiento en toda clase de psiquismos y mancias, y regresaron a San Javier
esa misma noche después de ver a Elos un rato en las preciosas balconadas
acristaladas del internado iluminadas por la luna llena.
Elos, pasado un tiempo bajo la
protección de Agustín, aprendió a tener dominio sobre ciertos carismas
sobrevenidos en esas mocedades que estaba viviendo en el antiguo sanatorio.
Seguía escapándose por las noches. Aunque ni de la misma forma, ni solo. Ya
pertenecía a los kadirántropos, mitad ser humano, mitad jabalí,
metamorfoseándose a voluntad. Dueños de los pensiles del internado. Del pasado nosocomial. Siempre desapercibidos. Dueños de Sierra Espuña.
Y siempre bajo la tutela de
antañonas artes de birlibirloque y del pastor de la grey: Agustín, El
Zoántropo.
...mitad ser humano, mitad jabalí...
...de su pasado nosocomial...
¡Y qué mejor ceremonial postrero que una de mis bandas más subyugantes y plenitas de Deliriooooooo....B a u h a u s ! ! ! .....(para escuchar en soledad en los lucos...😂😂😂🕴)
¡ H o m e n a j e A L a N o v e m b r i n a L u n a L l e n a Y P i k o l e t a !
Limerick del Vanhelsineño Guardia Civil Arribotas
[ Limerick con algo más de coda aliterativa....😂 ]
Lunar correría nocherniega y un benemérito
Azote de úpiros y entes levita sin estrépito
En cárcavas aúllan licántropos
Y lucen navajas kadirántropos
pero tiemblan cuando el guardia civil lanza su frémito : .
. .
¡ ¡ ¡ A u r r , A u r r r . . . A u r r r ¡ ¡ ¡
A u r r r r r ! ! ! ! ! ! ! ! !
Post Scriptum :Siempre he dicho, que El Mejor Instituto Armado de España y del Mundo, lo único que echa de menos -¡y mira que es completo hasta la plenitud!-es una especialidad en términos de Upirología y Exorcística. Sea pues, este homenaje selenófilo pikoletil, pleitesía al respecto, aún sabiendo, que con tristura, no se creará ya la capacitación en las diferentes secciones de Servicios Especialesssss.....C o n f i d e n c i a l e s . . . .
*Dedicado
A España, Nación Auténtica y Legendaria, para quesane de villanías y no
fenezca a manos de un ególatra
Rodrigo dijo que no creía en manifestaciones, sean del
signo que sean. Pero que la felonía,
ayer y hoy, es un ultraje para el Estado
de Derecho. Y como rapsoda apasionadísimo del
legado de Don Ramón Menéndez
Pidal, estos días de confusión acechó armado con sus
recias manos a ambos lados
de la boca y al paso del presidente en funciones declamó
dedicándole el Romance
Cuarto, “La traición del Conde Don Julián”. Su voz, de hidalgo
sincero y risueño
pecador, se tornó catártica al recitar especialmente la mitad exacta……..
“Madre España, ¡ay de ti!,
En el mundo tan nombrada,
De las tierras la mejor,
La más apuesta y ufana,
Donde nace el fino oro,
Donde hay veneros de plata,
Abundosa de venados,
Y
de caballos lozana,
Briosa de lino y seda,
De óleo rico alumbrada,
Deleitosa de frutales
En azafrán alegrada,
Guarnecida de castillos,
Y
en proezas extremada;
Por un perverso traidor
Toda serás abrasada.”
Y, aparte de quedar arrestado, van a rodar algunas cabezas
más, porque le aplaudieron
impepinablemente hasta las Unidades de Intervención
del Cuerpo Nacional de Policía
cuando se lo llevaban, mientras él, se
desternillaba con su coda postrera…
¡Esto es
Un Sindiós,
El Acabose…!
[ Microrrelato para la extraordinaria lid literaria de ENTC. Exorcizando el profundo detritus espiritual que campa hoy en día a sus anchas por la mejor nación de Europa. La máxima para la finalización del concurso, postrero del año hasta el 31 de Diciembre, en esta ocasión, ha sido acordada en...A c t a E s t F a b u l a ]
¡ Siempre estoy, Rosario en mano, en primera línea en la pugna contra El Mal !
" T a n k a r i s m a " TANKAS CON CARISMA :
T a n k a sD e
lR i t u a lR o m a n o
El
Mal Sumerio
Demonio del suroeste
Crispa en su roca
Tiembla ante mí Pazuzu
Ante Irak y su ocaso.
Procura estragos
Que Mi Rosario en mano
Vence en la arena
Poder de Cristo Obliga
Pero El Caos no termina.
Aún sois Legión
Jamás temo a las piaras
Alzado rezo
Velo tu descalabro
Mientras te lleva el viento.
Mesopotamia
Desde el siglo octavo a.c.
En
tu delirio
Antiguo monaguillo
Como yo te ha postrado.
* Hace unas semanas me largué al cine, a ver una de esas películas góticas (al estilo clásico con buen gusto, no lo que se entiende hoy en día "tribu urbana gótica") que tanto me complacen. Y dio la casualidad que en otra sala proyectaban la nueva de "El Exorcista" [asunto demonológico en el cual llevo años profundizando por amor al arte, no por mi profesión que también tiene bastante de reconducir situaciones, dicho sea de paso] No tengo prisa en verla, porque casi prefiero degustarla en privado en mi gabinete cuando esté en mi posesión. Pero el caso es que regalaban un estupendo poster de tal film únicamente a quienes acudían a su pase. Me aproximé al responsable y le dije que si no le importaba regalarme uno. Y me dijo que no, lo sentía mucho pero NO.
Me fui a gestionar mi película, y antes de entrar en mi sala, me acordé de una de las frases (¡porque son tantaaaasss!) de la primera que se hizo de "El Exorcista", aquella escena en que en el metropolitano por la noche, el Padre Karras se encuentra en soledad con un pordiosero y éste le espeta:
"¡Padre, ayude a un antiguo monaguillo!"
Así que, ni corto ni perezoso, regresé al responsable de la fila de la otra película, la nueva, y le solté:
" ¡Ayuda a un antiguo monaguillo!"
Y, muy correcto, a la par que sorprendido, me regaló mi anhelado poster aunque mi película era otra.
Haber recordado esta anécdota de cinéfilo y ¡de acuerdo, de acuerdo! de tiparraco que soy extravagante, me ha sumido en un estado de ensoñación y he compuesto mi autorretrato en las arenas de Irak, afrontando sin arrugarme a Pazuzu, basándome a su vez, en una de las iniciales imágenes de la primera película de la saga de Merrin y Karras. Es Un Honor ocupar el papel de Merrin, sintiendo la presencia del Mal en todo su Calor (nunca mejor dicho, porque tratándose de Irak...)
Y ya por último, henchido de inspiración, he compuesto los cuatro Tankas honrando todo este asunto de la exorcística clásica loando mi peripecia in pectore. *
Transmutado como G u i d o, Otacusta Psíquico ¡mi sombra y yo en un confuso carrusel de sombras y resquicios de La Realidad, nos bastamos para seguimientos y apostaderos....en los claroscuros que La Vida nos depare...! [ ¡¡¡¡¡¡¡ Con Agencia Detectivesca o Sin Ella !!!!!!! ]
*
U n O t a c u s t a P s í q u i c o *
I.- “Saw you alone in the shade of the night” (*)
El buñuelo está sumergiéndose en mi chocolate a la taza. Es
inminente la dentellada en su delicia. Pero en la pantalla del celular aparece
“Flor de LIX”, mientras suena mi canción de Lauren Evans “Dream Awake”.
Es la jefa, requiriéndome en la oficina, aunque son las diez de la noche en
“Fabián”, mi buñolería predilecta.
“Distrito LIX” está en pleno corazón de Valencia, en Cirilo
Amorós. La fundó Adela, “La Madre Superiora”, La directora de la Agencia, y le
transmitió su carisma. Por eso ha funcionado a la perfección con su fama en los
ambientes de Plaza Cánovas y en líneas generales en todas las manzanas del
ensanche valenciano. Nada especial, asuntillos industriales, menudencias sobre
patentes y desavenencias conyugales que han ido a más -tanto por ellos como por
ellas, aquí el sol del Levante Español fomenta la concupiscencia y trabajo no
falta, desde luego- de hecho, Adela ya está bregada por un matrimonio roto y no
ha vuelto a caer en el error. Por eso es peligrosilla: no tiene horarios. Ella,
ex guardia civil, tiene criminología por la Universidad de Valencia, y dejó la
benemérita para fundar “Distrito LIX”.
En fin, no me supuso mucho tiempo acudir. Y va directa al grano.
—Mira Guido, esta mañana ha venido un hombre muy fervoroso, a
punto de jubilarse, que posee un establecimiento de imaginería religiosa, creo
que el que más tiene en cuenta el arzobispado y quiere una “jornadita” sobre su
esposa porque su carácter está irreconocible desde que acude a unos seminarios
nocturnos de la diócesis. Él está jodido por la gota y no sé cuántas cosillas
más y dice que si no, se encargaría a su propia discreción. No tienen hijos, me
cuenta, porque también habría puesto a alguno a indagar. Lo que nos proporciona
es muy sencillo; la mujer como puedes ver en la foto es resultona, agradable y
se la ve por la apariencia segura, también te digo que es diez años más joven
que él, así cualquiera, y todos los jueves acude a las nueve de la noche a unas
horas de convivencia y espiritualidad en la iglesia de San Esteban, en el casco
antiguo. El cursillo lo comenzó a principios de noviembre y este hombre, ya se
extrañó en Navidad por cambios en su carácter y, según sus propias palabras,
consistían en que por primera vez la sentía casquivana, impropio de quien acude
a asuntos de parroquia. Y es verdad que eso no cuadra. Ahora se ha enterado por un despiste del
sacristán en su tienda de pasamanería religiosa, que el próximo fin de semana
se va con los fieles a un retiro en el convictorio de dominicas del Barrio del
Carmen. Ahí es donde entras tú. ¿No conoces a la abadesa?
—¡Vaya Adelita! ¡¡Estás en todo!! Sí, es que tienen hospedería
monacal, y en mis tiempos de pastoral universitaria fue cuando la conocí,
también en un retiro. Con el paso del tiempo he acudido en ocasiones a
pernoctar allí para desconectar. ¡Deberías probarlo en vez de estar dando de
comer a los murciélagos a estas horas, mujer!
—¡Qué cachondo, Guido! A mí me cae algo de agua bendita en la
mano y se me funde la carne como a Drácula. Y a tus compañeros ya les he tenido
muy ocupados en diciembre. Desde que en el servicio militar estuviste de
asistente con el páter castrense, les has tomado la medida a todos estos
curatos y clerizontes. Sólo tienes que infiltrarte un día o acaso una noche,
nada de seguimientos ¿Qué me dices entonces?
—Dalo por hecho. Además, la sor se alegrará de verme y no
sospechará nada. Es que no te creas que acogen en la hospedería a cualquiera. A
mí ya me tiene conocido por católico practicante y tienes razón, que todo va a
ser como arrope calentado al humo de madera.
—Con el video del móvil y algunas instantáneas lo tienes hecho.
El resto de material técnico no lo vas a necesitar, ni la Citroën Kangoo para
apostaderos. Eres mi mejor “gadget”: ¡Con tal de que le des a la labia con la
monja y los del grupo que estén receptivos, en tu plan de monaguillo
escolástico! ¡¡Y nadie escucha como tú!! Llévate la foto de la esposa.
Llegué a casa cerca de la medianoche. Antes de acostarme busqué
en Google datos de la carpeta del caso que Adela me había dado. La mujer se
llama Berta W. B. Tanto ella como el marido no tienen nada indiscreto en redes,
excepto, claro, la página web de su negocio, que como me ilustraba Adela, es
muy reconocido en Valencia y solvente. Lo interesante eran los indicios del
retiro espiritual, porque aludía a qué confesión religiosa lo organizaba, y era
la primera vez que leía en mi vida algo al respecto. Se llama “Renovación
Carismática” y nació en Estados Unidos en 1901, con el apoyo de un tal W.
Seymour que en aquella época aglutinó unas cuantas experiencias de universitarios
católicos de las que rozaban en la catarsis, con mucho aparato de cantos
suaves, vivencias hipersensibles, oración desaforada y algunos picos de
fenómenos casi preternaturales como por ejemplo xenoglosia -parlotear
balbucientemente idiomas que no se conocen, de manera instintiva- y glosolalia
-confusión de expresiones hiperbólicas, lamentos jeremíacos y otros prodigios
vocales de todo tipo inducidos por un estado de trance- A pesar de mi querencia
hacia el mundo de ciencias religiosas, esto me ponía como un gato escaldado.
¡La cosa prometía! Para acabar, llamé a la hospedería monástica del convictorio
de dominicas (sé que apenas duermen estas religiosas) y después de la alegría
inicial de la sor al saber de mi- es de las poquísimas personas que está al corriente
de que soy detective-, reservé una celda para el fin de semana.
Mi último pensamiento antes de intoxicarme con las virtudes de
Morfeo, fue que de todos, mi jefa, la monja, mi objetivo designado en el caso,
incluso el marido temeroso (pues contaba con el apoyo a su negocio de la
beatería valenciana) el que como rezaba la canción de mi móvil , está…
“.. solo en el ensombrecimiento de la noche...”(*)
...era yo.
II.-Salmo
23, 6
Los Seres Místicos de La Noche, aparte de los presumibles, pueden materializarse en Los Impensables...
El sábado a las 20,30 horas llegué andando desde mi casa al
convictorio. Me recibió mi amiga, sor Estíbaliz. Nuestro abrazo fue casto, muy
sincero y besé su anillo de desposada con La Divinidad.
—¡Ave María Purísima, Guido!¡¡Ovejita descarriada!!¡¡¡Cuánto
tiempo!!!
—¡Sin Pecado Concebida, Hermana! Mi alma empezaba a tener
carbonilla de deshollinador y me urgía empezar el mes de enero con ascetismo en
vuestras celdas individuales donde leer las escrituras, algo de San Benito y
castigarme con las disciplinas marca Acme.
Cuando me escuchó la broma sobre las disciplinas, se carcajeó
incluso.
—¡Cómo eres, a toda hora con chuflas! Pues mira, por ser tú. Da
la casualidad de que tenemos al completo la hospedería, pero te he reservado la
última celda, la del desván, en el ático, es la que utilizamos cuando recibimos
la visita aislada de un familiar solo. Es que están de retiro unas veinte
personas de la diócesis con un acogedor grupito de Renovación Carismática. No
conocerás esta corriente religiosa, en España no están muy extendidos. También
este fin de semana hay algunos huéspedes como tú, solitarios, pero son los
menos.
—¡Uy!¡Pues no! Tienes razón. De todas formas, si me autorizases
a alguna de las ceremonias que contemplen en la iglesia conventual, podría
ampliar mis conocimientos evangélicos.
Sor Estíbaliz no lo pensó mucho.
—¡Naturalmente Guido! Ahora a las nueve llegas a tiempo para la
cena, en el comedor grande. Después a las once de la noche creo que tendrá
lugar una de sus ceremonias características. Tú puedes pasar como si tal cosa.
Sabes que el resto de las dominicas y yo, lo único que hacemos es acoger a las
diferentes confesiones, pero nuestra clausura va siempre separada en el
pabellón antiguo y nunca compartimos con la gente de los retiros espirituales.
—¡Ah pues muy agradecido, Hermana! Ya sabes que todo me
enriquece.
Al poco, después de dejar mi pequeño macuto en la celda, bajé a
la cena. Ya se veían bastantes personas, -y eso me permitió pasar entre el
barullo muy discreto- toda gente muy apañada de las barriadas elegantes de
Navarro Reverter y La Alameda, muchas personas solas de edad madura en su
mayoría, comedidos en su alegría y cierto halo de melancolía también. Me situé
en una mesita apartada y pequeñaja. Casi instantáneamente se acercó una novicia
joven de las dominicas a servirme sopa de calabaza casera. Por encima de su
hábito, al otro extremo, tuve la suerte de ver a mi objetivo. Cuando se retiró
la hermanita a servir a otros, eché la primera instantánea. En verdad era como
decía Adela: Una mujer madura muy apetitosa. Se la veía de carnalidad rotunda,
pero atractiva. Muy bien vestida, llamaba la atención más que las otras mujeres
que la rodeaban en una mesa de seis. Me sentí incómodo por mis apreciaciones
lúbricas permaneciendo en un convictorio religioso. Luego en otras mesas, se
mezclaban más hombres y mujeres y en una del centro, dos sacerdotes cenaban
solos. Aproveché y realicé otra toma con mi iPhone, más que nada porque me
resultaban exóticos, aunque vestían como curas normales, pero tenían un aura
diferente, quizás más posesivo y huraño a la par.
Poco a poco me fui quedando solo, saboreando con lentitud el
segundo plato de merluza a la romana, para darles tiempo a que desfilaran y
visualizarlos a todos. Los poquísimos que restábamos, debíamos ser quienes
pernoctábamos el fin de semana por motivos ajenos al grupo numeroso. Ella se
fue con garbo y maneras.
Antes de subir a descansar un poquitín, cumpliendo con mi
costumbre de otras veces fui a las cocinas a charlar con Estíbaliz de lo divino
y lo humano entre calderos y perolas.
Ya en la celda, preparé una grabadora que es como me gusta
trabajar a mi-no la del móvil, que es un tostón- y me puse una chaqueta de
punto para no pasar frío y a la vez proporcionarme un aspecto familiar y
confiable.
Casi me quedo roque sobre mi lecho por la paz reinante, de
manera que bajé a la iglesia despistado y tarde. Estaba en los pabellones
primitivos del convictorio y se podía acceder sin salir al pensil monacal
exterior. En el rincón en penumbras de la derecha de las puertas de roble
viejísimo, una mujer consolaba a otra que lloraba como una magdalena. Parecía
sofocada de veras. Dije muy resuelto “¡Buenas Noches!” y sin esperar
autorización entré. La capilla iluminada con hachones estaba repleta con los
asistentes al retiro. En el altar los curas que vi en la cena imponían las
manos a personas que se aproximaban de los bancos, y otros laicos practicaban
esa gestualidad tenebrosa sobre ellos. Algunos caían desmayados y convulsionaban,
con discreción otros asistentes los sacaban por una portezuela lateral, en
tanto la comunidad, desde sus bancos, seguía cantando hipnótica. Entonces,
otros voluntarios entraban en el ara para ser purificados. Francamente, aquello
parecía un exorcismo colectivo. Me iba a ir, para razonar sin la claustrofobia
eclesial y sin miedo, cuando una mujer que parecía la gobernanta de todos me
abordó desde las sombras y me urgió autoritaria susurrando:
—¡Salterio 23, 6!
Gracias a Dios, en la captura de información de la noche
anterior en mi casa, había memorizado a qué se refería, y resulté convincente:
—“Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida”
—¿Quién le invitó a acudir?
—Sor Estíbaliz
Fue el único instante en que sonrió
—¡Bienvenido!
Retornó al grupo donde se sentaba, cuando vi a mi objetivo. Era
la asistente fija del sacerdote director espiritual que oficiaba el ritual de
sanación junto a la pila bautismal. Ella era la única persona que no imponía
manos a sus semejantes; incluso lucía como una sacerdotisa pagana: parecía
aspirar frente a los atribulados, las imprecaciones que salían de sus bocas,
pero sólo la de los casos más catárticos. Cuando lo hacía, ellos no se
desmayaban, parecían reponerse y regresaban a sus bancos. Creo que todos los
asistentes, a tenor de esta representación numinosa, sufrían padecimientos de
índole no catalogada y estos visionarios, con semejante puesta en escena
mesmérica, ofrecían simplemente un efecto placebo muy convincente.
Grabé todo lo que pude. Pero no iba a ser necesario. Así que
regresé a mi celda sibilinamente a sumirme en un merecido descanso tras cuatro
horas de casi ser un discípulo de los acólitos de las directrices exorcistas cual si fueran
las del gran Gabriele Amorth, El Príncipe de Los Exsufladores del Vaticano. Mi
provecho clandestino había sido el mejor: Un seminario gratuito sobre
Exorcismos.
III.- Ultílogo de la guisa de Lavoisier
El domingo temprano, me despedí de Sor Estíbaliz. Prometí volver
con más frecuencia y le agradecí sus desvelos. No le expliqué nada de la soirée
nocturna matizando que fue muy tierno.
Al final del día por la noche, estaba en “Fabián”, con otra taza
de chocolate puro y buñuelos, pero quien telefoneó en esta ocasión fui yo. Me
divertía pensar en la cara de Adela.
—¡Guido, no fastidies!
—¡Buenas Noches! Cuando puedas le dices al cliente de la
pasamanería que tendrá que acostumbrarse en el sexo de senectud con su señora,
con la mente abierta que no tuvo en su juventud.
—¿Y…?
—Lo que ha notado y que no te ha dicho, es que su dama, su
esposa, a estas alturas peca de coprolalia en los momentos de más cercanía, ya
sabes. Ella se ha descubierto a sí misma con capacidades mediúmnicas y
la siniestra panda de renovación carismática la ha introducido en sus sesiones
sanadoras (que son más bien kardecianas de infestados y ruidosos
espirituales). No sé cómo, pero esta mujer hace lo que nadie: Es Una Escupidera
Anímica. En ella vierten su detrito del karma y ella lo procesa en su vida
conyugal. Pero por el sistema autodefensivo psíquico del cuerpo y la mente,
instintivamente reforzó la faceta de su vida marital que más frágil se
mantenía, la de la coyunda. El que sea soez, es parecido a cayena en un guiso,
revitaliza la parálisis sexual que sufrían en lo privado, aunque en un
principio este santurrón permanece espantado.
—¡Tú sí que parece que hayas esnifado incienso cabroncete!
Mañana el informe en mi mesa.
—No te preocupes. Y recuerda lo que aseguraba aquel francés
célebre -justo lo que han experimentado en la tríada “Renovación Carismática
-Esposa Tristona- Matrimonio de acerba religiosidad”- ...” La materia ni se
crea ni se destruye, sólo se transforma”.
Saldé la cuenta con la camarera y me fui cabizbajo, hacia el cauce
del río, meditabundo en mis cosas, sabiéndome un nuevo Carnacki -el detective
numinoso creado por Hope Hodgson- más que un investigador tradicional, y con
humildad advirtiendo qué suerte tienen conmigo en la agencia, envuelto
eternamente en la noche de esta Epidriápolis ramera que tantos secretos musita
para quien tiene el poder de escucharlos.
¡ Y aquí sigo, S i e m p r e . . . tras el husmillo de algo raro...
( R e l a t o F i c t i c i o D e I n v e s t i g a d o r e s P r i v a d o s Y S u s C h a f a r d e r a s
y . . . . . T r a g a c á n t i c a s A g e n c i a s . . . . je, je, je, je, je , ji, ji, jee, je, ja, jaaa, ja, ja,,,! )
¡Gracias también, Gran Orson, por ser una de mis inspiraciones perennes...!