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| ¡Membranoso Socio, Quiera O No.......! |
El Umbrente
Cuando Viriato Cras–a la sazón mi exorcista y director espiritual–me encomendó integrar la escuadra singular (¡mis votos me impiden detallar qué carismas nutrían tal singularidad!) para la búsqueda de vesivilos en las ruinas de los sanatorios antiescrofulosos abandonados, poco podía imaginar cómo marcaría mi restante existencia la apertura mental a la que vi sometido todo cuanto creo. En verdad, aunque recorrí confidencialmente España, me especialicé en la vertiente mediterránea, los míticos hospitales fantasmales de Albacete, Torremanzanas (Sierra de Alicante –y el único ya batido por otros escritores antes que yo–), Aigües de Bussot (próximo a Campello) y naturalmente El Rey del Caos, El Sanatorio de Sierra Espuña, de Totana, Reino de Murcia.
La primera vez, que advertí la presencia del Ectoplasmumbrófilo, fue en La Mancha, en Albacete. A su hospital lo rodeaban extensos sembrados que ¡Válgame Dios!, extendidos hacia puntos del horizonte de No Retorno, producía paradójicamente sensación de clausura benzoica ABSOLUTA. Aquella noche, acostumbrado como estoy a las bellezas naturales abstractas, permanecía poco menos que autohipnotizado con mi pasión de observar la tierra rojiza a la luz del cuarto de luna creciente desde uno de los balcones del segundo piso, en cuya habitación, mis silfidiscopios Villalónicos advirtieron por psicofonía sibilaciones postreras de un Ente indeterminado. Esa noche no estaban dentro del ruinoso hospital ni los habituales pordioseros embriagados de peñascaró de retortas privadas, algo les había alejado, a ellos y a otros tipos lumpen que viven en sus sótanos y criptas forenses.
Advertí una luz más granate aún que, no me pregunten ustedes por qué, supe que acudía desde las alturas de la legendaria Chinchilla de Montearagón (a poquitos kilómetros escasos de Albacete). Y ante mí, se encarnó. Era sombra envuelta en un chaúl negro y coronada por una calavera de picón (que a ciencia cierta no parecía cráneo). Pero supe su indisoluble nexo con la tuberculosis, porque en mitad de su raro pecho, fluía una cruz de Lorena –alias “La Tiñosa”–, símbolo del Patronato Nacional Antituberculoso de 1950. Me miró, y en una vocalización magnética, sólo dijo:
–Tu hogar, estará en lugares similares a éste. Tras tu último estertor.
Desde la última uña de mi dedo gordo de los pies, hasta mi cabeza a lo Telly Savalas, todo Mi Ser se erizó, pero superando el miedo cerval, extraje una podrida hoja de cálculo de mi zurrón de explorador, y dos lápices de colores, y lo esbocé como pude, justo cuando desaparecía hacia las plantas superiores. (en contra de lo que parece, no suelen albergarse en las referidas criptas forenses)
Desde entonces, luzco con orgullo cada 24 de marzo, la viñeta homenajeando El Día Internacional de La Tuberculosis, Aliada y Hostil a la par. (mañana Lunes)
Y ni siquiera tuve que recurrir a Viriato Cras, para que Yo, Losilla Gianni, relativizara la amenaza relativa a que Mi Lar me aguarda en las condiciones anatemizadas.
Porque siempre supe que El Purgatorio posee mucho de Dispensario Antiescrofuloso Maldito.
¡ A m é n ! 🧛♂️
Viriato Cras, suena como un guia que a la vez puede ser demasiado estricto con sus pupilos. Esa tarea encomendada, no es sencilla, requiere de "alguien dispuesto a hacerla" o alguien que este en cierto modo obligado por alto designio a hacerla, no hay escapatoria. La tuberculosis es uno de los males mas poderosos que azotan a la humanidad. Supongo esa lucha constante se hace parte del SER, en donde un enemigo asi, merece una encarnacion y un dibujo.
ResponderEliminar¡ H u g o ! Las premisas que con tanta agudeza manifiestas, son las que me guiaban en esta tenebrosa lid. La tuberculosis es un mal, que llegó a La Tierra prácticamente de los primeros en la Prehistoria. Eso quiere decir muuuuchoooo......
Eliminar¡Gracias por tu siempre perfecta presencia H u g o! 🕵️♂️
Creo que haríamos un gran dúo como investigadores. Me encanta cuando narras tus aventuras y mas si ves a ese tipo de seres, no se como no cambiaste de comunidad autónoma en plena carrera, yo lo hubiese hecho sin necesidad de velocípedo! mas remembranzas por favor!
ResponderEliminarUn besazo!
¡Bien cierto que sabiendo tu capacidad para lo preternatural y lo que os gusta en tu familia viajar -a todas luces reflejado en tu bitácora- sí podríamos solucionar algún que otro busilis! Lo mejor de este tipo de vivencias ( en este ejemplo verídico a pachas) es convivir con el miedo, pero es que....ya lo decía Poe , es "El Demonio de La Perversidad" que una y otra vez te hace anhelar el peligro. ¡Muchas gracias por tu agradabilísima y carismática presencia! 🇪🇸
EliminarMe gusto tu relato. las enfermedades siempre nos hacen sufrir y mas una tan dura como la tuberculosis.
ResponderEliminar¡Gracias maja por acudir a este preventorio literario, cuya naturaleza es el miedo cerval! Abrazos 😎
Eliminar¡Vaya manera más estupenda de llevar la vida, metiéndose de lleno en esas batallitas sanitarias y hospitalarias! Madre mía, debe ser una pasada aprender tanto de la condición humana, ¿no? Como si la vida misma te pusiera en esa senda, ¿sabes? Y mira, hasta la Tuberculosis, que parece tan mala, tiene su aquel, porque va formando a los valientes que la enfrentan. Vamos, que es como un baile entre dos, ¿entiendes? Un dúo que va evolucionando juntito. Pero oye, que no me cabe duda de que se puede mandar a paseo, ¡claro que sí! Con un poquito de empeño y ciencia, esa maldita se va a acabar borrando del mapa, ¡te lo digo yo! 💪✨
ResponderEliminarMis correrías por esos mundos siempre son trapisondistas y truculentas también. Me gusta mucho escribir sobre lo que me inspiraron muchísimas ruinas, tanto nosocomiales como históricas de cualquier otra clase La existencia desde pequeño, como muy bien dices, por azar me puso en la trocha, y ¡no me he apeado desde entonces! Pienso igual que tú, las enfermedades Dios las pone en su orden natural por algún motivo. Y la valentía es necesaria en cualquier lid de Nuestro Paso por El Planeta Azul.
Eliminar¡¡¡¡¡¡¡ Recibe Mis Consideraciones Más Distinguidas!!!!!!! 🎩
¡Hola Juan! Me he encontrado con gran agrado esta maravilla de relato excéntrico y fascinante que mezcla lo místico, lo histórico y lo macabro con un estilo barroco y personal. La voz de Losilla Gianni, cargada de ironía y fervor, narra una experiencia sobrenatural en sanatorios abandonados con un tono que oscila entre lo solemne y lo extravagante. La aparición del "Ectoplasmumbrófilo", con su cruz de Lorena y su profecía, aporta un misterio inquietante ligado a la tuberculosis, mientras que los detalles (sembrados rojizos, silfidiscopios, hoja de cálculo) crean una atmósfera única, casi surrealista. El texto brilla por su originalidad y su prosa densa. Es una pieza que intriga y desconcierta, ideal para lectores que disfruten de lo insólito y lo teatral. ¡Un viaje peculiar y memorable!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.